Reconcíliate con tus finanzas

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La realidad es que no se trata de cuánto dinero ganamos, sino de nuestras creencias y relaciones emocionales inconscientes con el dinero y su administración.

Las finanzas personales han tomado cada vez más relevancia en la vida cotidiana, siempre la ha tenido, sin embargo, a raíz de la emergencia sanitaria, las personas se han preocupado por conocer y tener una educación financiera.

Sin embargo, y con base en cifras del INEGI, en México, el dinero es la causa #1 de estrés, completamente entendible cuando tan solo el 32% de los adultos en este país cuentan con educación financiera. Un contraste enorme en comparación con Suecia (71%) y Canadá (68%). La pandemia sí deja muchos rezagos, pero también la oportunidad de hacernos responsables de nuestra economía personal.

¿Quién no quisiera tener unas finanzas saludables? La realidad es que no se trata de cuánto dinero ganamos, sino de nuestras creencias y relaciones emocionales inconscientes con el dinero y su administración.

La educación financiera es básica para el éxito en la vida, su objetivo es incrementar y proteger tu patrimonio. Es el equilibrio que generas entre lo que ganas, lo que gastas, tus deudas y ahorros. Pero ¿por dónde comenzar?

No se trata de vivir austeramente para lograr tener un ahorro o liquidar las deudas que preocupan a más de 20.9 millones de mexicanos, según cifras del INEGI. Tampoco es despertar y vivir constantemente en miedo, que muy probablemente persista al no tener desahogo económico.

Los pensamientos como “el dinero solo trae problemas”, “los ricos son malos”, “mejor me lo gasto ahorita que puedo”, “no entiendo nada sobre finanzas”. Son creencias que limitan tu abundancia, pero, sobre todo tu calidad de vida. En México, tan solo el .2% de la población invierte en el mercado de valores, mientras que, en Estados Unidos por cada 100 personas de la población económicamente activa, 60 deciden invertir.

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La falta de cultura del ahorro y conocimientos financieros básicos limita la capacidad de aplicarlos. Como consecuencia, las personas utilizan métodos informales de ahorro (si es que llegan a ahorrar), y de crédito con esquemas que pueden representar un riesgo para su patrimonio.

Y por si fuera poco, nos endeudamos, porque “compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a personas que poco influyen en nuestra vida”.

Para comenzar a reconciliarte con el dinero, lo primero que puedes hacer es:

· Tomar consciencia. Más del 80% de lo que hacemos, lo hacemos de manera inconsciente regido por nuestro sistema de creencias. Observa qué está pasando en tu realidad y cuáles son los resultados que deseas modificar.

· Realiza un presupuesto. Ten claro cuánto dinero ingresa y cuál es la cantidad destinada a las necesidades elementales, cantidades exactas y con centavos. Este ejercicio ayuda a expandir el panorama, se pueden vislumbrar gastos innecesarios o servicios de los que puedes prescindir.

· Cuida los gastos hormiga. Cuando existe claridad en cuanto a qué gastas y cuánto necesitas para vivir, se puede determinar si existe algún excedente para ahorrar y después a invertir.

· Prioriza el pago de deudas, independientemente de lo económico, pagar deudas te libera energéticamente, trae cierta tranquilidad que permite ponerte creativo y motivado.

· Capacítate constantemente. Existe una gran cantidad de libros, audios, cursos, videos, en todos los formatos para la administración de finanzas.

· Evita ahorrar para gastar. Normalmente ahorramos para “la fiesta de la nena”, “el carrito que comprarás financiado (pagando intereses que solo queman tu dinero).

· Comienza a multiplicar tu dinero. Ya sea que uses algún producto de inversión, compres monedas o metales, comprar y vender cosas, haz que el dinero trabaje para ti.

No se necesitan millones para tener una buena gestión de tus ingresos. Recuerda que cómo haces una cosa, lo haces todo. Es indispensable tomar acción para lograr la reconciliación entre tú y tu dinero. Es momento de poner a trabajar al dinero para ti, en vez de tú estar trabajando por dinero.

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