El lado humano de la transformación digital

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Por Alejandro Melamed, Doctor en Ciencias Económicas. Speaker Internacional. Consultor disruptivo. Autor de “Diseña tu cambio” y “El futuro del trabajo y el trabajo del futuro” entre otros.

El contexto que enfrentamos es de cambios cada vez más rápidos, impredecibles, paradójicos y entrelazados. La velocidad e impacto que están teniendo los mismos es cada vez es mayor, y su huella en cada uno de los ámbitos se visualiza cotidianamente. Todos los días nos encontramos con innumerables actividades que se digitalizan y con negocios que dejan de ser tradicionales y analógicos. Industrias enteras se ven sorprendidas ante el avance de las innovaciones y quedan rápidamente fuera de juego. Las transformaciones se dan en el ámbito social, tecnológico, económico, político, ambiental y demográfico. Lo más sorprendente es que esta revolución que estamos atravesando viene acompañada de conceptos tan nuevos que en algunos casos ni siquiera conocemos su significado: nube, impresoras 3D/4D, inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, big data, neurociencias, blockchain, biotecnología, machine learning, deep learning, realidad virtual y realidad aumentada son algunas de las palabras que se incorporan a nuestro vocabulario y se empiezan a naturalizar.

Desde ya, todo ello trae múltiples consecuencias en el mercado laboral de manera directa. El trabajo no es solo una actividad transaccional en la que recibimos una remuneración por la tarea realizada, sino también es el ámbito en el que cada persona tiene la oportunidad de contribuir a la sociedad, de manifestar la manera en la que mejor puede aportar desde sus habilidades, competencias y saberes. Es el camino de presentarse al Mundo y ofrecer lo mejor de cada uno. Es, posiblemente, el espacio en el que pasamos la mayoría de nuestro tiempo útil.

Y es en este punto en el que debemos considerar que, en función de los avances tecnológicos y la denominada revolución 4.0, hay diferentes actividades laborales que a velocidad exponencial están desapareciendo o ya lo han hecho (sólo por nombrar algunos: mecanógrafos, operador telefónico o ascensorista). Pero, asimismo, hoy observamos que hay una demanda incremental de profesiones que hasta hace muy poco tiempo nadie se hubiera imaginado (community manager, desarrollador de páginas web, operador de dron, youtuber e instagramer son algunos de los ejemplos). Y si proyectamos a pocos años, no será extraño que nano-médicos, desorganizadores organizacionales, detectives digitales o diseñadores de órganos sean las profesiones más requeridas.

Tal vez uno de los aspectos más apasionantes sea comprender qué implica la transformación digital: muchos consideran que es sólo digitalizar o informatizar los procesos o incluir e- commerce o contratar un gerente de Marketing Digital o incorporar robots y drones exclusivamente o empezar a participar activamente en las redes sociales.

El punto central, más allá de los dispositivos que se implementen, pasa por la trasformación cultural. Transformación de la mentalidad y el enfoque con el que aborde la problemática. Es TRANSFORMARNOS, internamente.

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En la observación de innumerables casos de intentos de transformación digital en diferentes tipos de organizaciones a lo largo de todo el territorio latinoamericano, he advertido que la principal oportunidad está en poder evolucionar la cultura de la organización, el convencimiento auténtico y la creencia de los líderes, el tomar consciencia que la cultura no se cambia de un día para otro, sino que requiere de una estrategia y un plan y que es el factor crítico de éxito.

A mayor desafío tecnológico, más se incrementa el valor de las personas. Y este el auténtico desafío que tienen los líderes de las empresas. Cómo poder generar contextos para que la transformación fluya de manera ágil y dinámica, incrementando la empleabilidad y desarrollando las habilidades de sus propios colaboradores. Donde el aporte diverso y creativo de cada uno contribuya a capitalizar las oportunidades que la tecnología nos brinde. Porque la tecnología es un habilitador que permite liberar el potencial humano.

El futuro nos pertenece y puede ser apasionante. Está en nosotros ir moldeándolo, potenciando las oportunidades que se nos presentan a partir de los avances tecnológicos -que son desarrollados por personas- pero, fundamentalmente en el talento humano. Porque ningún robot tiene sueños, ni ilusiones, ni emociones. No pueden ser creativos ni innovadores. Es por eso que se dice que entramos en la era de la co-botización, la convivencia saludable en la que cada uno aporta lo mejor de sí.

Sin dudas, siempre habrá un espacio reservado para todas las personas de este mundo que se comprometan responsable y profesionalmente con propuestas superadoras. Lo mejor está por venir y ello depende, en gran medida, de cada uno de nosotros. Conversemos más sobre este y otros temas este 26 de marzo en el evento “The Future of Work”, organizado por Microsoft, en Santiago de Chile.

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