Hablar de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres ha sido, es y continuará siendo relevante hasta que dejen de existir estructuras y entornos que no permitan la participación en igualdad de condiciones de las mujeres. Las mujeres representamos casi el 50% de la población mundial. Retomando palabras de Naciones Unidas: “La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible.” La importancia de este tema es de tal magnitud que tiene lugar en los ODS, el objetivo 5 busca para el 2030, lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
La equidad de género implica la posibilidad de tratamiento diferencial para corregir desigualdades, medidas no necesariamente iguales, pero conducentes a la igualdad en términos de derechos, beneficios, obligaciones y oportunidades, (PNUD, 2005-2009). Y cuando hablamos de empoderamiento nos referimos a una visibilidad de sus aportaciones en los entornos familiares y laborales, en especial en la economía del cuidado, así mismo, en garantizar una igualdad de oportunidades para el acceso a la educación y el empleo.
ONU Mujeres ha evidenciado que el aumento de la educación de las mujeres y las niñas contribuye a un mayor crecimiento económico y disminución de la mortalidad infantil. La autonomía económica de las mujeres, que a su vez genera un aumento en los ingresos del hogar administrados por ellas, se traduce en un cambio en los patrones de gasto en beneficio de la familia y la comunidad.
Un mundo interconectado e interdependiente no puede estar ausente a las brechas que se han generado, y se siguen generando, en ciertos grupos poblacionales que no tienen el mismo acceso a las oportunidades. No solo porque es un asunto de respeto a la dignidad humana, sino por el impacto que tiene en la sostenibilidad de las empresas, de los gobiernos y de los territorios. De allí que haya una exigencia mundial, de todos los actores de la sociedad, para que se tomen acciones que den cuenta de la cero tolerancia a la discriminación y se tomen medidas para incluir a las personas más vulnerables en la vida laboral, como escenario de desarrollo de las personas y las sociedades.
El talento, como potencial de las personas, suma competencias, conocimientos, motivaciones y experiencia. Estos asuntos los tejemos entre conceptos como liderazgo, desarrollo, salud, bienestar, propósitos y desempeño, por nombrar algunos de los elementos con los que nos encontramos cotidianamente en el entorno empresarial. Conceptos que tienen en común a las personas. ¿Cómo las descubrimos? ¿Cómo las entendemos?, y es que ponernos de acuerdo en la mirada que tenemos sobre el ser humano puede ser el principio para reconocernos, entendernos e interactuar.
La gestión de la diversidad y la inclusión no puede ser un asunto cosmético, debe partir de la reflexión individual para incorporarse en lo colectivo. La diversidad requiere intención y gestión, ambientes que garanticen que todas las personas podamos llegar, sentir que pertenecemos y podamos aportar desde lo que somos.
Transformar e innovar en prácticas y procesos; desarrollar productos y servicios que permitan el acceso y den cobertura a las poblaciones; y dinamizar una agenda interinstitucional que permita avanzar y generar mínimos comunes, círculos virtuosos. La industria aseguradora, una industria de industrias, tiene la capacidad de hacerlo posible.
Ser valoradas, sentir seguridad, reconocimiento, amor, libertad… es un asunto de personas, no de un género. Estamos hablando de relaciones humanas, seres humanos interconectados e interdependientes.
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Luz Marina Velásquez
Vicepresidente de Talento Humano
Seguros SURA Colombia
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