Los días 8 y 9 de octubre, Monterrey fue el punto de encuentro del mundo asegurador. La Fundación Iberoamericana Alianza del Seguro celebró allí la XVII Cumbre Iberoamericana del Seguro, un evento que reunió a líderes del sector, académicos y pensadores de toda Iberoamérica para reflexionar sobre los grandes retos de un mundo que cambia cada día.

El lema de esta edición fue una frase que da mucho para pensar: “El caos es una apariencia equivocada”. Una idea profunda que nos invita a mirar más allá de las turbulencias que hoy vivimos en lo económico, lo político y lo tecnológico. Y es que, si se observa bien, en medio del aparente desorden también hay señales, oportunidades y un orden que se puede descubrir… si sabemos interpretarlo.
El seguro, más que ningún otro sector, entiende de incertidumbre. Nuestra tarea siempre ha sido enfrentar el riesgo, medirlo y transformarlo en protección. Pero hoy, con los avances tecnológicos, los cambios climáticos y los nuevos comportamientos de los consumidores, el desafío no es solo técnico, sino humano: cómo seguir generando confianza en medio del ruido.
Durante la Cumbre, se habló de transformación digital, de inteligencia artificial, de sostenibilidad y de cómo el seguro debe responder ante un mundo que no se detiene. Sin embargo, lo más importante que dejó el encuentro fue un recordatorio simple pero esencial: el seguro sigue siendo una promesa de acompañamiento y solidaridad.
Por eso, detrás del caos, lo que el sector debe encontrar no es solo orden, sino propósito. Volver a poner al ser humano en el centro, porque de nada sirve la tecnología si no ayuda a proteger mejor, si no responde cuando el cliente más lo necesita.
El caos, como bien se dijo en Monterrey puede ser solo una apariencia. Lo cierto es que cada crisis deja una lección y cada cambio trae una oportunidad. El reto está en tener la mirada clara para descubrir el orden oculto y el corazón dispuesto para actuar con compromiso.
El futuro del seguro, al final, dependerá de eso: de los que no se asustan con el desorden, sino que encuentran en él la posibilidad de construir algo mejor.
Por Félix Correa
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