Aunque el Papa Francisco pidió austeridad y creatividad para sanear las finanzas del Vaticano, su sucesor Leo XIV comienza su pontificado con un déficit que estremece. Según Corriere della Sera, el agujero se acerca a los 2.000 millones de euros, especialmente en el fondo de pensiones. ¿Qué papel jugará ahora el primer Papa estadounidense?
El Papa Leo XIV inicia su pontificado bajo la sombra de una grave crisis económica en el Vaticano. Pese a los repetidos llamados a la austeridad de su predecesor, el Papa Francisco, las finanzas del Estado pontificio no solo no mejoraron, sino que ahora reflejan un déficit alarmante. Como reveló el diario italiano Corriere della Sera, el nuevo Papa enfrenta un escenario mucho más complicado de lo que se percibía desde fuera.
De acuerdo con Corriere della Sera, el Vaticano arrastra un déficit estimado en alrededor de dos mil millones de euros, una cifra que impacta especialmente al fondo de pensiones del Estado vaticano. Durante sus doce años de pontificado, el Papa Francisco no logró revertir la crisis estructural de las finanzas del Vaticano ni del propio Santo Padre.
Según el diario, Francisco hizo varios intentos en su último año de vida para alertar a la Curia sobre la gravedad de la situación. En septiembre de 2024, envió una carta urgente a los cardenales para exigir recortes y nuevas ideas de financiación. Incluso desde la clínica Gemelli —donde fue internado por última vez— ordenó el 26 de febrero la creación de una nueva comisión de recaudación de fondos.
El tema financiero fue central también en las reuniones de cardenales previas al cónclave, celebradas en mayo de 2025, donde ya se hablaba abiertamente del estado de bancarrota que afronta la Santa Sede.
Sin presupuesto público y sin acceso a los mercados
Como recuerda Corriere della Sera y sostiene Katholisch, el Vaticano no ha publicado un presupuesto oficial en más de dos años, algo que contrasta con las prácticas de transparencia de otros Estados. A esto se suma que, desde el siglo XX, el Vaticano no tiene acceso a los mercados financieros internacionales, por lo que no puede emitir deuda como hacen otros países.
La banca vaticana (IOR), pese a ser considerada sólida, solo ha podido transferir al Vaticano modestas sumas anuales de entre 10 y 20 millones de euros. Y lo más relevante: no concede préstamos, por lo que su margen de maniobra es muy limitado frente al déficit estructural.
Actualmente, los gastos fijos —en especial sueldos y pensiones de unos 5.000 empleados— superan ampliamente los ingresos. En este contexto, se espera que la nueva administración tenga que tomar medidas drásticas para evitar el colapso financiero.
¿Llegarán los dólares de EE.UU. con un Papa americano?
Uno de los grandes interrogantes es si el nuevo Papa, Leo XIV, logrará movilizar más donaciones desde su país natal. Como destaca Corriere della Sera, durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, organizaciones estadounidenses como los Knights of Columbus jugaron un papel clave en el financiamiento del Vaticano. Sin embargo, los aportes estadounidenses disminuyeron significativamente bajo Francisco.
Con la elección del primer Papa nacido en EE.UU., algunos observadores esperan un repunte. Aunque aún es pronto para sacar conclusiones, en el Vaticano hay esperanza de que Leo XIV reactive los flujos desde las diócesis norteamericanas y asociaciones laicas.
Un Papa con visión económica analítica y nuevos enfoques
El economista alemán Clemens Fuest, presidente del instituto Ifo, escribió un análisis en Welt Online donde subraya el cambio de enfoque económico entre Francisco y Leo XIV. Según Fuest, el nuevo Papa —matemático y filósofo de formación— tiene una mirada más analítica y diferenciada sobre los desafíos sociales y económicos.
Fuest señala que Francisco fue ejemplar en su humildad y cercanía con los pobres, pero que condenó el lucro sin comprender del todo los mecanismos económicos. En contraste, espera que Leo XIV retome la línea de la doctrina social de la Iglesia iniciada por León XIII, que defiende el derecho a la propiedad privada, rechaza impuestos excesivos y critica la explotación laboral.
Como ejemplo positivo, Fuest destaca la postura del cardenal Robert Prevost, quien recientemente propuso un precio mundial para el CO₂, combinando mercado y regulación para alcanzar objetivos climáticos. Para Fuest, este tipo de pensamiento es el que podría posicionar al nuevo Papa como una voz relevante en el debate global sobre economía y sostenibilidad.
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