Adaptabilidad, tecnología y valores éticos definen el nuevo perfil del trabajador

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El perfil del trabajador ha experimentado una profunda transformación en el siglo XXI, impulsado por factores como la globalización, la tecnología, los cambios en las expectativas laborales y la evolución de las industrias.

El perfil del trabajador ha experimentado una profunda transformación en el siglo XXI, impulsado por factores como la globalización, la tecnología, los cambios en las expectativas laborales y la evolución de las industrias. 

Hasta hace un par de décadas, los empleados se caracterizaban por trabajar de 8 a 5 horas en oficinas corporativas, utilizando los equipos de la empresa, ascendiendo en una escala preestablecida, sin tener voz, realizando tareas definidas o acumulando información.

Hoy en día, esta realidad ha cambiado drásticamente. Ya no se les llama empleados, sino colaboradores, y trabajan a cualquier hora y desde cualquier lugar del mundo, utilizando cualquier dispositivo de comunicación digital. Crean su propio camino de ascenso, personalizan su trabajo, se centran en los resultados, comparten información, confían en tecnologías colaborativas y en el aprendizaje adaptativo, y tienen la posibilidad de convertirse en líderes.

Estas transformaciones han redefinido las habilidades y competencias necesarias para prosperar en un entorno laboral cada vez más dinámico y exigente, explica Miguel Velarde, psicólogo organizacional y coordinador de capacitación de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

“Uno de los aspectos más destacados es el aumento de la demanda de habilidades digitales. La tecnología ha permeado casi todos los sectores, haciendo que las competencias tecnológicas sean ahora esenciales. Los empleados deben estar preparados para manejar herramientas digitales y adaptarse rápidamente a los avances tecnológicos que surgen constantemente”, sostiene el profesional.

Además de las habilidades técnicas, las competencias blandas han ganado una importancia sin precedentes. La comunicación, la adaptabilidad y la inteligencia emocional son ahora tan vitales como las habilidades técnicas.

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Velarde destaca que un informe de LinkedIn sobre tendencias globales de talento revela que el 92% de los profesionales de gestión de talento humano consideran que las competencias blandas son tan importantes, o más, que las competencias técnicas. Esta tendencia subraya la necesidad de un enfoque más humano y colaborativo en el entorno laboral.

Otro aspecto crucial es la creciente importancia de la ética y la sostenibilidad en el lugar de trabajo. Los empleados, especialmente los más jóvenes, buscan trabajar en empresas que se alineen con sus valores éticos.

Según un estudio de Deloitte, una red de servicios profesionales internacional con sede en Londres, el 44% de los millennials y el 49% de la Generación Z rechazan empleos que no se alinean con sus principios éticos. Este cambio de paradigma indica que, en el siglo XXI, los trabajadores ya no solo buscan empleo, sino que también eligen a las empresas que representan sus ideales.

La tecnología, en particular la inteligencia artificial (IA), ha sido un motor clave en esta evolución. La automatización de tareas rutinarias ha permitido que los colaboradores se concentren en actividades más estratégicas y creativas, liberándose de tareas repetitivas. 

Además, las plataformas de aprendizaje impulsadas por IA permiten un desarrollo continuo, personalizando el contenido y los trayectos de aprendizaje según las necesidades individuales de cada colaborador, lo que ha fomentado una fuerza laboral más competitiva y actualizada.

La toma de decisiones basada en datos es otra área donde la tecnología ha marcado la diferencia. Las empresas que utilizan análisis de datos para informar sus decisiones tienen un 23% más de probabilidades de superar a sus competidores en términos de rentabilidad, según McKinsey & Company. Esta capacidad para tomar decisiones informadas y orientadas a resultados es una competencia cada vez más valorada en el perfil del trabajador moderno.

Convergencia entre tecnología y habilidades humanas

El futuro del trabajo apunta hacia una colaboración estrecha entre humanos y máquinas, donde la IA amplificará las capacidades humanas y ayudará a resolver problemas complejos. 

“Esta ‘simbiosis’ entre tecnología y humanidad redefine lo que significa ser productivo y eficiente, sugiriendo que el trabajador del futuro será una mezcla de adaptabilidad, habilidades técnicas y un enfoque profundo en la ética y el bienestar”, destaca Velarde. 

La evolución del perfil del trabajador refleja una convergencia entre la tecnología, las habilidades humanas y un fuerte sentido de ética y sostenibilidad. Las empresas que no comprendan esta evolución y no estén dispuestas a adaptarse corren el riesgo de quedarse atrás. 

En tanto, los colaboradores que desarrollen estas competencias estarán mejor posicionados para liderar en el entorno laboral del futuro, caracterizado por su dinamismo, flexibilidad y enfoque en el desarrollo humano.

“La tendencia futura del perfil de empleado se caracterizará por la adaptabilidad, la valorización de las habilidades humanas, la búsqueda de un equilibrio entre tecnología y humanidad, y un enfoque profundo en la ética, la diversidad y el bienestar. Aquellos colaboradores que puedan desarrollar estas características serán los que lideren en el entorno laboral del futuro”, reflexiona el académico.

Es crucial que las empresas comprendan la evolución del perfil del trabajador y reconozcan que sus colaboradores son personas adaptables, ambiciosas, con deseos de crecer tanto personal como profesionalmente, y con la capacidad de abordar problemas de múltiples maneras. Las empresas que no entiendan esto y no estén dispuestas a evolucionar tendrán que asumir el riesgo de quedar obsoletas o adaptarse a un costo muy alto.

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