El cambio climático desafía al reaseguro

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El cambio climático es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI, se ha convertido en una de las principales preocupaciones en las entidades aseguradoras y reaseguradoras. En los últimos decenios el cambio climático ha sufrido una aceleración, incitado por el impacto del “efecto invernadero”. Este hecho provoca una creciente oleada de eventos extremos como terremotos, ciclones, tempestades, inundaciones, sequías, etc., y genera daños irreparables para la sociedad. Todo ello repercute negativamente en la rentabilidad de las aseguradoras y reaseguradoras, que en los últimos años han visto disminuir sus beneficios.

El coste de las catástrofes naturales en España ascendió a 3.600 millones de euros en 2021, según el último Barómetro Anual de las Catástrofes. Solo un tercio de los daños ocasionados estaban asegurados. Estos datos no son inesperados, puesto que 2021 estuvo marcado por dos grandes catástrofes naturales que dispararon las cantidades pagadas por los seguros frente a los años anteriores: la erupción del volcán de La Palma y Filomena.

Las indemnizaciones ascendieron un 63% en comparación con 2020, un total de 2.320 millones de euros. Aunque la erupción volcánica ocurrida en La Palma supuso uno de cada cuatro euros indemnizados, los fenómenos meteorológicos extremos fueron las catástrofes con mayor impacto negativo en las arcas de las aseguradoras y reaseguradoras. Filomena tiñó de blanco la Península Ibérica en enero de 2021, generando casi el 60% de las compensaciones abonadas por los seguros.

El cambio climático es un gran problema para la sociedad, pero como bien revela Santiago Arechaga, CEO de Swiss Re Iberia, puede resultar una oportunidad para el sector reasegurador, “dado que va a haber más demanda de nuevos e innovadores productos”. “Es una oportunidad para seguir demostrando nuestra contribución a la sociedad a través de la transferencia de riesgos. En cualquier caso, la escalada de daños causados por el clima no es una sorpresa ni algo inabordable para el sector, lo que no significa que no tengamos que adaptarnos a las nuevas tendencias”.

Gestión del riesgo para optimizar el capital

Ciertamente, los eventos catastróficos repercuten negativamente en toda la economía española, el sector asegurador y reasegurador son los más dañados. Para las aseguradoras es clave disponer de un detallado conocimiento sobre los riesgos aseguradores, es decir, la geolocalización y las características de sus activos. De este modo, pueden ejecutar una adecuada selección de la protección catastrófica. Además, deben efectuar una adecuada gestión y control de los cúmulos, con el objetivo de optimizar el uso del capital. También es crucial la máxima colaboración y transparencia entre asegurado y asegurador. Este hecho facilita la evaluación y tarificación del riesgo.

Los eventos catastróficos de otras zonas del planeta, como el Caribe, también afectan a las aseguradoras y reaseguradoras españolas, puesto que en esta zona existen importantes intereses económicos de empresas nacionales. Hoteles, parques eólicos, infraestructuras, etc., tienen sede fiscal y están asegurados en España.

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Cada vez es más crítica la gestión de las reaseguradoras frente al riesgo ocasionado por el cambio climático. Tal y como indica Marta Abadías, directora de Reaseguro y Gestión de Riesgos de Grupo Mutua Propietarios, deben valorar concienzudamente “su exposición a los eventos extremos, tanto en el ámbito de contingencias primarias (por ejemplo, huracanes), como secundarias (tales como inundaciones, fenómenos de precipitación intensa, granizo etc.).” Para ello, hacen uso de “sofisticados modelos que incorporan estimaciones de frecuencia e intensidad de siniestros y vulnerabilidad de los riesgos asegurados, así como su ubicación geográfica. Además, en función de dicha valoración y su apetito de riesgo, las reaseguradoras protegen su balance contratando protecciones con otras reaseguradoras o externalizándolas a mercados financieros a través de operaciones de titulización”.

Otro factor preocupante es la fijación de los precios, a causa del cambio climático el reasegurador ve necesario subir sus precios, este hecho repercute directamente en el coste final del seguro. Como señala Marta Abadías, es una cadena, “si suben las tasas del reaseguro se repercuten en las tasas del seguro directo, ya que el coste de protección para la aseguradora es mayor.” De forma paralela, Santiago Arechaga, CEO de Swiss Re Iberia, señala que debido a la incertidumbre ocasionada por las catástrofes naturales, la demanda de la protección de riesgos ha subido. “De la misma manera, una mayor incertidumbre y volatilidad también se refleja en precios más altos. Para ser sostenible, el sector tiene que generar mejores márgenes, además de pagar por un panorama de mayor riesgo”.

Para evitar el desequilibrio del sector, las aseguradoras reaseguran los riesgos catastróficos naturales por medio de contratos climáticos XL. En este caso, los reaseguradores entran en la póliza tras superar una prioridad de siniestro. “Dicha prioridad está subiendo para compensar el aumento de la frecuencia e impacto de los eventos naturales”, indica Abadías.

Criterios ESG contra el cambio climático

Las reaseguradoras tienen un papel sumamente importante en la lucha contra el cambio climático. Principalmente, son mitigadores de riesgo, por tanto, modifican y disminuyen las condiciones de riesgo existentes que las aseguradoras convencionales no pueden asumir por ellas mismas. Además, son responsables de muchas iniciativas de ESG (criterios éticos globales que abarcan factores ambientales, sociales y de buen gobierno). Los principios ESG han ganado una atracción global muy significativa en los últimos años. Según indica el informe Inversiones de las entidades aseguradoras: Retos post Covid-19 realizado por Icea y Amundi, las crisis derivadas de la pandemia han hecho que las aseguradoras y reaseguradoras aceleren la incorporación de los criterios ESG.

Los principios ESG son imprescindibles para el control de la industria aseguradora por varios motivos. El principal es que con ellos se evitan una gestión del mercado abrumadora. Además, las compañías de seguros y reaseguros desempeñan un papel único en lo que respecta a los criterios ESG, puesto que son portadores de riesgos, gestores de activos e inversores institucionales. Otro motivo a tener en cuenta es la posición imperiosa de los consumidores, ya que tras la pandemia se han vuelto más exigentes y han tomado el control frente a los problemas sociales. Al mismo tiempo, las autoridades reguladoras, especialmente en Europa, están obligando al sector asegurador y reasegurador a mostrar una mayor transparencia ante los desafíos y retos de sostenibilidad.

Al igual que ocurre en otras grandes corporaciones, las reaseguradoras pretenden implementar políticas con el fin de reducir la huella de carbono y exigir que los proveedores hagan lo mismo. “Los reaseguradores son importantes actores en los mercados financieros debido al elevado volumen de activos que gestionan. En este sentido, la práctica totalidad incorporan en sus decisiones de inversión, además de los habituales criterios financieros, consideraciones como el impacto ambiental de las actividades de las entidades que constituyen su cartera”, comenta Abadías.

El reaseguro es crucial para combatir los efectos del cambio climático. Por una parte, el sector cumple con un papel convencional como amortiguador de los efectos dañinos. También, son una figura que representa garantía y tranquilidad para la sociedad. Por otra parte, desarrollan conocimiento. “Aprovecha su alcance global y la información obtenida por su actividad para innovar y desarrollar mejores prácticas. Invierte en investigación para hacer los riesgos algo más predecibles, cuantificables y hasta prevenibles”, argumenta Santiago Arechaga.

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