Finanzas sostenibles e impacto ambiental y social

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La reciente cumbre sobre el cambio climático, COP 26, llevada adelante en Glasgow, Escocia, con la participación de líderes políticos y empresariales globales, ha concluido una vez más con acuerdos ambiguos sobre la reducción del uso de carbón, el freno a la deforestación, la reducción de las emisiones de metano y el apoyo al financiamiento, entre otros. En este marco y frente a la amenaza creciente del cambio climático, se han venido desplegando mecanismos públicos y privados que permitan frenar las causas o mitigar los efectos de manera adecuada y sistemática.

Uno de estos mecanismos son las finanzas sostenibles que han cobrado fuerza en los últimos años ante la necesidad de movilizar ingentes cantidades de recursos públicos y privados para su orientación al logro de los objetivos de desarrollo sostenible.

Las finanzas sostenibles hacen referencia al conjunto de decisiones de inversión y financiamiento relacionados a emprendimientos y proyectos comprometidos con la contención del cambio climático y la profundización de la inclusión social, como la gestión sostenible del agua, el desarrollo de energías limpias, la gestión de ciudades inteligentes, la reversión de la desigualdad de género mediante el empoderamiento digital, etc, etc.

Las finanzas sostenibles se implementan a través del mercado de valores mediante el desarrollo de un mercado de “bonos sostenibles”, así como a través del mercado bancario mediante la identificación de áreas de intervención y la definición de modelos de negocios enfocados al desarrollo sostenible.

Independientemente de la ruta seleccionada, una ejecución exitosa de las finanzas sostenibles descansa en la verificación de las siguientes condiciones básicas por parte de la empresa: i) contar con un gobierno corporativo sólido, es decir, con un conjunto de elementos que denoten la presencia de órganos de decisión firmes, mecanismos de comunicación precisos entre los socios y entre éstos con la planta ejecutiva, sistemas de gestión y control adecuados y sistemas de medición de impacto y de información confiables; ii) tener alineadas estratégicamente los objetivos, las políticas y los sistemas de gestión alrededor del impacto ambiental o social buscado; y, iii) demostrar rentabilidad financiera y capacidad de generación de reportes de impacto fiables y periódicos.

En América Latina y El Caribe destacan la participación de la CAF y el BID en su compromiso por alcanzar un desarrollo sostenible e inclusivo, particularmente de este último por medio de sus dos unidades que trabajan con el sector privado: BID Invest, que promueve la promoción de inversiones con doble objetivo, impacto social y/o ambiental positivo neto medibles y sostenibilidad financiera; y BID Lab, que impulsa a emprendedores e innovadores capaces de impactar sobre la inclusión económica y social.

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En Bolivia, la Bolsa Boliviana de Valores y ASOBAN han manifestado su interés por desarrollar e implementar las finanzas sostenibles a fin de impulsar la participación de inversionistas y empresas con potencial. La identificación y selección de emprendimientos innovadores, así como la definición de estrategias y modelos de negocios que incorporen criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), serían parte de este desafío.

Como conclusión, cabe resaltar dos elementos diferenciadores de las finanzas sostenibles: por una parte, constituyen un importante cambio de cultura financiera orientada al desarrollo sostenible y, por otra parte, exigen un seguimiento a la evolución del proyecto financiado junto con una medición efectiva de impacto ambiental o social alcanzado.

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